Hace 10 años inicié una firma de consultoría especializada en desarrollo de negocios. Invertí miles de horas y recursos para ayudar a mis clientes a crecer abordando negocios y oportunidades que por sí solos no se atreverían a hacer. Esto resulto en que las empresas de mis clientes estaban creciendo exponencialmente, pero mi empresa no.

Trabajaba muchas horas invirtiendo en hacer crecer el negocio de mis clientes, pero ignoraba el mío propio. Con muchos compromisos familiares y el deseo de seguir preparándome, sabía que trabajar entre 60 y 90 horas por semana construyendo la empresa de todos los demás no me conduciría a los resultados que yo quería.

Una noche decidí llegar a la raíz del problema y descubrí que el problema NO era el negocio mismo, sino el modelo que yo había adoptado: no era escalable, dependía 100% de mí y no importaba cuánto tiempo más le dedicara, el crecimiento y desarrollo estaban totalmente condenados a un límite que yo mismo había creado.

Tras un evento desafortunado perdí mi negocio en 3 meses, así fue que decidí dedicar un año entero a prepararme, estudiar y construir un negocio. Vendí mi casa y me puse a trabajar en una idea que me rondaba en la cabeza todo el tiempo.

“Cómo dedicarme a hacer lo que más me gusta y que además genere 7 o 9 veces más invirtiendo una cuarta parte de mi tiempo”

Al final me llevó 2 años conseguirlo, ahora comparto cosas que he aprendido sobre trabajo profundo, pensamiento sistémico y liderazgo creativo, cómo ser más productivo invirtiendo menos tiempo, para finalmente asumir el rol de dueño, tomar el asiento del conductor de tu empresa y de tu vida.